FELIPE BERRÍOS / SACERDOTE JESUITA

Sábanas que nos hablan

Así como esta sábana que cuelga en el desierto es movida por el viento y por la brisa marina y la traspasa el sol y se cubre de polvo, así nuestra existencia cuelga entre la vida y la muerte y la sacuden los acontecimientos.

Chile está bajo una gran sábana que deja pasar por el Sol, la Luna y las estrellas y cambia de colores según la estación, y bajo ella tres sábanas más: una blanca sin planchar que la llamamos cordillera, otra sábana azul extendida horizontalmente que ondea como un oleaje del océano y, al medio, la tercera sábana enrollada a lo largo, estrujada por manos gigantes torciéndola por Arica y Punta Arenas.

Y dentro del país no hay lugar donde no haya una sábana: hay sábanas de hospitales; con hoyos en las cárceles; como mortaja en los cementerios, pulcras en los conventos, rígidas en los regimientos; tristes en las morgues; con iniciales en los hoteles de lujo y cortas en los hoteles pobres.

Y en los hogares chilenos hay sábanas arrugadas o planchadas, sucias o limpias, de muchos o pocos hilos, sábanas compartidas o guardadas.

Pero no importa cómo sean las sábanas, en ellas los chilenos mueren o nacen, sufren o descansan, en ellas nos unimos y también nos separamos, nos angustiamos o soñamos. Pero la tarea principal de las sábanas es que en ellas se hacen a los nuevos chilenos que ocuparán las sábanas del futuro, y…

“Al final de este viaje en la vida quedarán nuestros cuerpos tendidos al Sol como sábanas blancas después del amor”.  Silvio Rodríguez
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